El 38% de pobreza marcado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos en su última medición correspondiente al trimestre final del 2024 da cuenta de una recuperación en el poder adquisitivo de los argentinos y las argentinas, o bien de un estancamiento del consumo potenciado por la inflación menor por constante que ronda entre el 2 y el 4 por ciento mensual.
Y es que ese consumo que desaparece por un aumento real del precio de los bienes y servicios es una muestra de la paulatina y constante desaparición de la clase media argentina, aquella que se constituyó históricamente como la parte de la sociedad que no tenía problemas de escasez de dinero para cubrir sus necesidades y que podía darse gustos como viajes de vacaciones semestrales, compras relativamente recurrentes de bienes como ropa “de marca” y renovación de aquellos duraderos cada tanto.
La Consultora W publicó ayer una pirámide que marca, según los datos provistos por el INDEC, cómo se compone la sociedad argentina de la actualidad, el porcentaje del total de la población que integra cada lugar y el nivel de ingresos del mismo.
Así, ¿cómo queda constituida la clase media argentina? La pirámide la separa en dos: clase media baja y superior. La primera ostenta ingresos de entre $1.850.000 y en donde se encontraría el 26% de la población, mientras que a la segunda se llega percibiendo al menos $3.200.000 mensuales, situación en la que se encuentra el 17% de la población.
Más abajo de eso se es clase baja no pobre o, en caso contrario, clase alta. ¿Cuál es el ingreso “mínimo” de los más acomodados en el país? según el estudio, al menos $6.000.000, situación del 5% de la población.
En el otro extremo, el 26% de la población percibe menos de $700.000, lo que los pone en una situación de clase baja pobre.
