La expedición de Gaboto, el País del Rey Blanco, las Sierras de la Plata, el Dorado y … La ciudad de los Césares.
Prof. Ricardo N. González
A poco tiempo de llegar al actual suelo americano las expediciones europeas del siglo XVI se toparon con la noticia de que tierra adentro existía “un lugar” donde abundaban los metales preciosos (plata y oro). Un papel central en la construcción y difusión de éste mito lo jugaron los náufragos de expediciones españolas previas y portugueses instalados en factorías sobre el litoral marítimo que se extendía entre los actuales Río de la Plata y Pernambuco. Estos en su convivencia con tribus de origen guaraní, emparentadas y con vínculos con tribus del interior del continente, fueron ordenando una trama de datos que fue la base del mito. Uno de los primeros en sucumbir ante estas informaciones fue el Piloto Mayor de la Corona Española, Sebastián Gaboto. Sebastián Gaboto fue nombrado Piloto Mayor de Indias (1518/19) y le fue encomendado por la Corona española un viaje hasta la Especiería (Islas Molucas en 1525) que acabó, como sabemos, en el Río de la Plata. Pero, sin dudas, sería injusto pensar que Sebastián Gaboto fue el único o el primero en dejarse llevar por la «codicia» que despertaban las increíbles historias que llegaban a España. Sobrevivientes de la expedición de Juan Díaz de Solís (1515/1516) al Río de la Plata volvieron a la península ibérica con datos y novedades de una Sierra donde abundaba la plata (se referían al cerro de Potosí sin dudas), información que habían recibido de los naturales en las costas de Brasil. Algunos llegaron hablando de haberse encontrado con el “rey blanco” y con “sierras de plata” a lo largo de la expedición que les llevó hasta la frontera del mismísimo imperio inca. Estos seguramente habían ido o escuchado hablar de la expedición de aquel náufrago de origen portugués de la armada de Solís que había quedado junto a sus compañeros en la isla Santa Catalina (Brasil), llamado ALEJO GARCIA. Así nacieron las leyendas del país del rey blanco, las sierras de la plata, el pueblo compuesto de mujeres (amazonas) que tenían fabulosas riquezas. También se origina la fábula de EL DORADO, sobre éste mito encontramos un relato de Hernando de Ribera (citado por Alvar Núñez Cabeza de Vaca) que dice “Y que asimismo por la banda del Oeste había un lago de agua, muy grande y en el que no aparecía tierra de la una banda a la otra; y a la ribera del dicho lago había muy grandes poblaciones de gentes vestidas y que poseían mucho metal, y que tenían piedras, de que traían bordadas ropas, y relumbraban mucho; las cuales sacaban los indios del dicho lago…» (Comentarios/Relación de Hernando de Ribera (Fol. 142v.). Una de las versiones de la leyenda de «El Dorado» decía que el cacique sucesor al trono de los muiscas, que habitaban en el territorio que hoy corresponde a Bogotá, cruzaba desnudo y cubierto de polvo de oro la laguna de Guatavita sobre una gran balsa de troncos atadas con juncos. El futuro cacique, hacía una ofrenda de oro y esmeraldas en la mitad del lago y, al volver a la orilla, era investido como nuevo líder de su pueblo. Esta mítica leyenda de El Dorado, basada por otra parte en historias reales que hablaban de los tesoros de los herederos incas o de la plata del Potosí en Bolivia, fue la que impulsó a muchos buscadores de fortuna, honor y fama (no necesariamente en ese orden) a salir al encuentro de tesoros inimaginables. Sin embargo, este ritual nunca fue presenciado por los conquistadores, de ahí que existan distintas versiones del mito, siendo las más conocidas las de Gonzalo Fernández de Oviedo, Juan de Castellanos, Juan Rodríguez Freyle, Pedro Simón, Basilio Vicente de Oviedo y la «Relación de Hernando de Ribera». Otro pasaje insólito de la «Relación» de Hernando de Ribera es el que incluye la mención de cristianos por esas latitudes. Este es un tema interesante ya que el mito de Quetzalquatl, del hombre blanco barbado, aparece en diferentes formas y versiones por todo el continente. Lo lógico sería pensar que se estén refiriendo a tempranas expediciones españolas que fueron por el Pacífico, tales como las de Pizarro, Alvarado o Soto; sin embargo, estos cristianos a los que se hace referencia eran de “tiempos pasados”. Por toda esta serie de sorprendentes y apetitosas noticias de «sierras de plata», etc., tiene cierta lógica pensar que diez años más tarde toda la expedición de Sebastián Gaboto (1526) se paralizase porque este Piloto Mayor decidiese cambiar sus planes y en vez de irse a la Especiería en el Pacífico, como había estipulado con la Corona, tomase la personal determinación de quedarse en el Río de la Plata e intentar seguir la ruta que habían llevado los supervivientes de Díaz de Solís que, como sabemos, volvieron con grandes tesoros de oro y plata.
Así describe Felipe Pigna ésta situación “Cuando llegó a Santa Catalina, cerca de la actual Florianópolis, escuchó por primera vez una leyenda que cambiaría su vida. Hablaba de un rey Blanco que habitaba en un palacio con paredes de plata cargado de tesoros. La obediencia debida no era un valor por aquellos tiempos y Gaboto trocó a las Molucas por la aventura del Río de la Plata” (El Rey Blanco: la leyenda que enloqueció a los conquistadores de América (clarin.com)
En el año de l526 llegó Sebastián Gaboto al Río de la Plata con la misión de realizar el mismo recorrido alrededor del mundo que habían hecho anteriormente Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Sin embargo, al llegar a la isla Santa Catalina, situada frente a las costas del Brasil, se perdió una de las naves principales y Sebastián Gaboto se encontró con otros sobrevivientes de la expedición de Solís que habían permanecido entre los indios desde l5l6, y que durante ese tiempo habían explorado el interior del continente llegando hasta las faldas de los Andes. Estos españoles relataron a Gaboto la existencia de una región en donde abundaba el oro y la plata y a la que era posible llegar remontando los ríos Paraná y Paraguay. Deslumbrado por sus relatos, Sebastián Gaboto desistió de la importante misión que le había encomendado la corona española y decidió unilateralmente explorar la región del Río de la Plata. La carta que un tripulante de la expedición de Sebastián Gaboto, Luis Ramírez, escribiera a su padre en julio de 1528 deja un testimonio invaluable sobre los sucesos de ésta empresa descubridora.
En el Río de la Plata se encontraron a quince cristianos supervivientes de la expedición de Jofre de Loaysa, de los que fueron en la nao de Rodrigo de Acuña, que a su vez le contaron haber conocido a supervivientes de la expedición de Juan Díaz de Solís. Llegan hasta nosotros algunos de esos nombres: Jorge Gómez (enganchado en Pernambuco), Melchor Ramírez, Enrique Montes (embarcados en la isla Santa Catalina) y el sobreviviente de la expedición de Solís Francisco del Puerto (hallado en el río de la Plata). Se cuentan sus andanzas por los Ríos Paraná, Uruguay y Paraguay en busca de metales preciosos. También se habla de los problemas de hambre y enfermedad por los que tuvieron que soportar, así como de algunas dificultades que sufrieron con sus navíos. Bautizaron algunos lugares como el Puerto de Santa Catalina o San Lázaro, y en la confluencia del río Carcarañá con el Paraná tuvieron la oportunidad de conocer a los indios «querandís», que manejaban con destreza y habilidad dos bolas unidas por una cuerda. Lugar que tomaron posesión construyendo 20 ranchos de paja y barro, a la usanza local, para luego fortificarlo designándolo como SANCTI SPIRITUS. Primer Asentamiento Español en el actual territorio argentino. Y así vemos como la expedición de Sebastián Gaboto sucumbió a las noticias de riquezas inmensas, pero también en su búsqueda fue otra generadora y propagadora del mito que envolvió no solo a España sino a todo el continente europeo durante varios años. Un capítulo propio que alimentó la imaginación del Viejo Mundo fueron los relatos del viaje realizado por el Capitán Francisco César, quien partiendo desde Sancti Spíritus llegó, por lo relatado, hasta las actuales Sierras Cordobesas siguiendo el río Carcarañá. Donde a los mitos del País del Rey Blanco, de las Sierras de la Plata, del Dorado, se suma el de la ciudad de los Césares. Si bien la actual leyenda de la Ciudad de los Césares está basada principalmente en la fusión de cuatro historias independientes, la primera referencia sobre su existencia aparece con la expedición realizada por el capitán Francisco César en 1528, en el marco de una avanzada mayor dirigida por Sebastián Gaboto en busca de la legendaria Sierra de la Plata. “La historia comienza con la expedición de Sebastián Gaboto… tuvo que recalar en la Isla de Santa Catalina en la costa de Brasil. Allí encontraron a sobrevivientes de la expedición de Juan Díaz de Solís, quien fue muerto por los indios en el Río de la Plata diez años antes. Esta gente refería maravillas del interior de aquel país donde se habían quedado durante varios años. Entre el personal que acompañaba a Gaboto había un capitán de toda la confianza del jefe, que se llamaba Francisco César. Después de las primeras exploraciones y cuando Gaboto había construido un fuerte que llamó Sancti Spíritus, para servir de base de sus futuras exploraciones, César solicitó y obtuvo permiso para ir en busca de las tierras ricas en oro y plata y minas cuyas noticias había adquirido de la gente de Solís. Con unos pocos compañeros bajo sus órdenes se internó en el país, llevando, según los documentos, una dirección hacia el suroeste, pero que a todas luces debe haber sido hacia el oeste. La relación más notoria de esta expedición es la que da Ruy Díaz de Guzmán. Según esta versión, César y sus compañeros llegaron a la Cordillera de los Andes y en la parte sur halló una provincia fértil, con mucho ganado de la tierra y multitud de gente rica en oro y plata. El cacique era muy atento con César y al despedirse de él le hizo buenos regalos. Los españoles volvieron al fuerte de Sancti Spíritus, el cual hallaron quemado por los indios. Gaboto y su gente habían partido. En vista de esto, y creyendo muerta a toda la compañía, emprendieron viaje hacia el Perú, donde supieron habían llegado los españoles con Francisco Pizarro. Volvieron a los Andes, los que atravesaron y desde una altura divisaron el mar a entre ambos lados. Siguieron la costa y por Atacama, Lipez y Charcas llegaron inopinadamente al Cuzco, al tiempo que Pizarro tuvo preso a Atahualpa. Ruy Díaz dice que oyó este relato a Gonzalo Sáenz de Garzón, quien conoció en Lima al capitán César. Ciro Bayo y otros escritores han aceptado esta versión sin criticarla y en ella han basado sus escritos. El autor mencionado dice: De tan épica excursión, que duró siete años, a través de medio América…. vino llamarse Los Césares a los soldados del capitán Francisco César y la Conquista de los Césares a su hazañosa expedición. Por aceptar al pie de la letra esta versión la mayoría de los que han escrito sobre Los Césares han supuesto que César y sus compañeros llegaron a la región sudoeste de la Pampa y quizás hasta la Patagonia. Pero al examinarla un poco se ve que la relación de Ruy Díaz de Guzmán está llena de errores de tanto bulto que es de sorprenderse que la hayan tomado en serio los que en ella han basado sus escritos. Don José Toribio Medina aclaró estos puntos hace veinte años, pero es indudable que Ciro Bayo no conoció dicha obra, ni sometió a un examen crítico los datos que ofrece Ruy Díaz. Medina demuestra con la evidencia de los documentos que publica, la poca fe que se puede poner en la relación de este último. Según sus investigaciones, César debió salir de Sancti Spíritus a mediados o fines de noviembre de 1528. Se ignora por donde anduvo César y respecto de lo que contaron de su viaje, según consta por los documentos que dijeron haber visto grandes riquezas de oro y plata y piedras preciosas. Siendo exacto este hecho es necesario suponer que alcanzaron hasta dentro de los límites del imperio de los Incas, atravesando toda la pampa. Estos son los únicos hechos referentes a la expedici6n de César, comprobados por los documentos”. (Ricardo E. Latcham).
Más allá de cuales fueron los lugares alcanzados por César y sus hombres, éste retornó con Gaboto a España ya que figura entre los testigos que en 1530 declaran en los juicios levantados contra el Piloto Mayor. Pero los relatos por él realizados contribuyeron a fortalecer la creencia en la existencia de una gran ARGENTINA (Tierra de la Plata) que esperaba por todos aquellos hombres que con arrojo, valentía y ambición quisieran conquistarla.
Fuentes:
González Ricardo N: Puerto Gaboto, génesis y desarrollo histórico-social del primer pueblo argentino. Rosario 2014.
Soler Amadeo P: Los 823 días del fuerte Sancti Spíritus. Rosario 1981.
Madero Eduardo: Historia del Puerto de Buenos Aires, tomo primero, imprenta de La Nación, Buenos Aires, 1902.
O´Donnell Pacho: El Rey Blanco, la historia argentina que no nos contaron. Bs As. 1999.
Ruy Díaz de Guzmán: La Argentina, edición Angelis, 1839.
Latchman Ricardo E: La leyenda de los Césares: su origen y evolución. Revista Chilena de historia y geografía. Imprenta Cervantes 1929. (http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0018313.pdf)
http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/Ramirez.pdf (Juan Francisco Maura)
Pigna Felipe: El Rey Blanco: la leyenda que enloqueció a los conquistadores de América (clarin.com). 09 de setiembre de 2020.
La leyenda del Rey Blanco y la codicia de los conquistadores españoles – Revista de Historia. 2015