domingo, noviembre 10, 2024

PARA COLECCIONAR: “PUERTO GABOTO, CAMINO A LOS 500 AÑOS DE SU FUNDACIÓN”. PARTE 7

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LAS CAUTIVAS DE SANCTI SPIRITUS

La Leyenda de Lucía Miranda y la Historia de Margarita.
Por Prof. Ricardo N. González

El relato histórico da cuenta que la Armada del Capitán General don Sebastián Gaboto partió del Puerto de San Lúcar de Barrameda (España) el 3 de abril de 1526. Si bien sus órdenes eran ir a las islas de las Especies (Molucas) en un viaje comercial y de auxilio a otras expediciones varadas allí, las noticias sobre el «Mar Dulce» ofrecidas por los supervivientes de la expedición de Solís (1516) hicieron que modificara su rumbo, con grandes consecuencias. Vamos a seguir el relato de la Dra. en Filología Hispánica Mar Langa Pizarro, quien en su escrito sobre LA MUJER EN EL PRIMER SIGLO DE LA CONQUISTA RIOPLATENSE nos dice: “En 1527, Caboto fundó el fuerte de Sancti Spiritu, a unos cincuenta kilómetros de la actual Rosario, y se marchó a explorar el Paraná. Dos años después, el fuerte fue destruido por los indígenas. Según Ruy Díaz de Guzmán, el cacique Mangoré se vengó así de los desdenes de la mujer de la que se había enamorado: la española Lucía Miranda, esposa del soldado Sebastián de Hurtado, ambos naturales de Écija. Como Mangoré no la consiguió con sus regalos, convenció a su hermano, el cacique Siripo, para atacar el fuerte, aprovechando la amistad con los españoles y la ausencia de muchos de ellos, que habían salido a buscar alimentos. Cuatro mil indígenas, previamente escondidos, quemaron Sancti Spiritu y mataron a sus moradores, excepto a las mujeres y los niños. Mangoré murió en el combate, y Siripo se llevó a Lucía como esclava. Más tarde, la hizo su esposa. Cuando Sebastián encontró el fuerte destruido, salió en busca de Lucía. Fue hecho prisionero, y condenado a muerte por Siripo, quien se apiadó de las súplicas de Lucía, y conmutó la pena por la imposibilidad de que los esposos españoles se vieran o hablaran. Al descubrirse que habían roto el acuerdo, Sebastián fue asaeteado hasta la muerte, y Lucía quemada viva”.


Escritores de todas las latitudes han recreado esta historia. El poeta irlandés Thomas Moore es autor de la tragedia Mangora, King of Timbusians (Londres, Harvey, 1718), ¡Charles Kings_ley desarrolló la trama en el capítulo XII de Westward Ho! (Londres, Spencer Press, 1855). En nuestra región Manuel José de Lavardén estrenó en el teatro bonaerense de la Ranchería la primera obra escrita Siripo (1789), que había dado a conocer el jesuita valenciano Manuel Lassala en Bolonia (1784). Antes de ser publicado por primera vez en 1835 en la colección dirigida por Pedro de Angelis, el texto alcanzó gran difusión y su relato fue reproducido y dado por verídico por sucesivos historiadores –los jesuitas François-Xavierde Charlevoix, José Guevara, Nicolás del Techo, Pedro Lozano– y por viajeros ilustrados como Félix de Azara y el capitán Juan Francisco de Aguirre. En 1860, aparecieron dos novelas de las argentinas Rosa Guerra y Eduarda Mansilla, ambas tituladas Lucía Miranda. Lucía siguió teniendo presencia en la literatura posterior. Miguel Ortega publicó Lucía Miranda. Drama en cinco actos y en verso (Buenos Aires, Porvenir, 1864); Celestina Funes dio a la imprenta el largo poema Lucía Miranda, episodio nacional (Rosario, El Mensajero, 1883); y Alejandro Rómulo Cáneja se ocupó de ella en Lucía Miranda o la conquista trágica (Buenos Aires, Maucci, 1907). En torno a 1928, apareció en París la novela Lucía Miranda, de Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast). También: Felipe Boero y Luis Bayón Herrera elaboraron la ópera Siripo (1924, revisada en 1937); y la paraguaya Concepción Leyes hizo su particular interpretación en Río lunado, mitos y costumbres del Paraguay (Buenos Aires, Peuser, 1951).
Como vemos el relato sobre la presencia de Lucía Miranda en Sancti Spíritus fue muy difundido y recreado a lo largo de los siglos en la literatura mundial. La discusión sobre su existencia en el actual Puerto Gaboto junto a su esposo, Sebastián Hurtado, ha sido muy prolífica. En mi caso me inclino por sostener que ha sido una leyenda y como tal es una narración basada en un personaje, que se crea simbólicamente para la época en que se escribió (80 años después de la destrucción del fuerte de Sancti Spíritus), y que protagonizó sucesos que se han transmitido por tradición, magnificados en el intento de describir o justificar acciones y estereotipos en cada época en que se reprodujo
Hasta aquí la leyenda de la mujer blanca, española, cautiva de los indios y asesinada en la hoguera llamada Lucía Miranda, conocida y difundida.
La verdadera historia de una Mujer Cautiva, no es la de una española. Es por el contrario de una india llamada Margarita. Aquí la contaré valiéndome de documentos que acreditan que no fue una leyenda. Seguiremos el relato de dos historiadores, el chileno José Toribio Medina y del gabotero Amadeo P. Soler.
Pero vayamos a comienzos de 1528. Aquí se encontraron dos armadas enviadas por el rey Carlos I de España. La primera, al mando del veneciano Sebastián Gaboto, Piloto Mayor del Reino con instrucciones de seguir la ruta de Magallanes, dirigirse hacia el Malucas –las “islas dela Especiería”– y descubrir Tarsis, Ophir, Catay y Cipango. La segunda, que salió de La Coruña en agosto de 1527, tenía como Jefe a Diego García de Moguer (sobreviviente de la expedición de Juan de Solís en 1516). Ambas habían parado en la costa de Brasil, donde oyeron hablar de las fabulosas riquezas que prometía el río de Solís, nombrado “Río de la Plata”, ya que decían que era la ruta más corta y segura a las Sierras de la Plata. Ese rumor los atrajo hacia el río inmenso y sus caudalosos afluentes, a orillas del río Carcarañá donde se une al río Coronda erigió Caboto, entre mayo y junio de 1527, una casa fuerte a la que nombró Sancti Spiritus que luego fortificó. Este encuentro no fue amistoso y generó fuertes discusiones entre ambos capitanes. Pero obligados a negociar en el reparto de las riquezas que pretendían obtener, los dos capitanes prosiguieron juntos la exploración fluvial, en tensa convivencia y con nulos resultados materiales, hasta que, luego de una serie de altercados violentos con los indígenas, estos asaltaron el fuerte en la madrugada de 10 septiembre de 1529, mientras Caboto y García se hallaban río abajo. La completa destrucción del poblado, con la muerte de treinta cristianos, la pérdida de las armas, las ropas, las provisiones y los bienes almacenados en la fortaleza incendiada, el hambre consiguiente y la manifiesta hostilidad de los nativos del área llevaron a ambos a abandonar la conquista y regresar a España, previo paso por las costas de Brasil. Si bien ésta expedición de Gaboto no cumplió lo ordenado ni sus objetivos de hallar las riquezas que circulaban en los relatos de náufragos y sobrevivientes, fue la que levantó el Primer Asentamiento Español en el actual territorio argentino. Pero las riquezas que sí pudo llevarse Gaboto fueron los datos geográficos relevados, mucha información sobre los habitantes de ésta región y una decena de indígenas que fueron vendidos como esclavos en España.


En éste contexto de ataque y destrucción del fuerte Sancti Spíritus aparece un nombre. Se visibiliza un actor importante que para las crónicas de la época pasó desapercibida: la India Margarita. “Margarita, india libre de la tierra del Paraná, vendida como esclava por Caboto en Sevilla en 1530”. En las informaciones sumarias levantadas en España que buscan las respuestas a por qué se perdió el fuerte aparecen estos dos datos significativos. El capitán (Gregorio) “Caro imputó al veneciano haber causado el furor de los indios por los “muchos agravios e mal tratamientos” que les infligió. La Casa de Contratación había comenzado su propia información y el fiscal de Su Majestad había acusado a Caboto, entre otras faltas, de haber dado “causa y ocasión que los dichos indios quemasen y robasen muchas armas y rescates”. La reina pidió que se averiguara qué indios habían sido llevados a España como esclavos, “por qué causa y qué se hizo de ellos” (Medina, 1908 a: 172-179). Vemos que surgen aquí pedido de informes sobre indios cautivos llevados por Gaboto. La situación previa a la llegada de Gaboto y García de Moguer al río Carcarañá mostraba una situación de enemistad permanente entre los guaraníes y el resto de las tribus de la región. Manifestada en guerras permanentes, robos de alimentos y toma de mujeres y niños como esclavos. En un principio guaraníes o chandules fueron amigos y aliados de Gaboto, pero pronto se convirtieron en el blanco de sus represalias por lo realizado por sus parientes tribales en el norte y en los ataques a españoles que navegaban desde San Lázaro a Sancti Spíritus. Así las cosas, una madrugada, una hora antes del alba, “los dichos indios de la nación de los guarenis vinieron con gran multitud de gente” por tierra y por agua. Con estruendosa gritería, lanzando flechas y “hachas encendidos”, pusieron fuego al techo de paja de la fortaleza (GGV17/673 y GGV 20/677, GGV 20/690). Destruido el fuerte y sin posibilidades de recompones su trato con las tribus, Gaboto y García de Moguer resuelven volver a España. Llevando consigo indios cautivos. Al llegar a Sevilla a mediados de julio de 1530, Caboto declaró traer unos cincuenta o sesenta esclavos comprados por la tripulación en San Vicente, además de los cuatro chandules del puerto de los Patos. Según Alonso dela Cruz, Caboto había comprado tres indios a un portugués y otros dos en el Río de Solís. Él mismo traía “otra yndia del dicho Rio de Solis ques de las libres e que asimismo trae otras tres yndias libres que eran mujeres de los xrispianos” (VGG 20/679). Entre los cargos del Fiscal Villalobos contra Caboto asegura el haber vendido en Sevilla por esclava “vna india libre que se llama margarita que es de la tierra de parana” (VGG 16/663) cautivos de la región del río de la Plata y de las costas de Brasil. Así aparece fugazmente nuestra Margarita en los registros documentales. Entre 1532 y 1534 por medio de cédulas reales la Reina solicitaba conocer el paradero de indios libres provenientes del río Paraná vendidos como esclavos. Los pedía para que Mendoza que estaba por salir para el río de la Plata los pudiese llevar como intérpretes.
El ataque al fuerte y su destrucción, motivado por el destrato de los españoles hacia guaraníes y chandules, deja varias secuelas imperceptibles en los documentos. Entre ellas “varias mujeres fueron retenidas en las bodegas de los barcos para brindar servicios sexuales a los cristianos, de quienes probablemente algunas tuvieran ya hijos mestizos, como lo sugiere el testimonio de Álvar Núñez de Balboa sobre los “nueve o diez indios de los que los cristianos tenían [en la barca] como esclavos e hijos” (VGG 20/690). Rehenes, siervas sexuales, deportadas, vendidas como esclavas domésticas en Sevilla –como la india Margarita– o muertas durante el viaje”.
Estas mujeres indígenas cautivas, llevadas a Europa, desde el rincón más oscuro de la historia son huellas indelebles. Mujeres guaranís, timbús o chanás (no existe registro de su origen), cautivas de carne y hueso, son las raíces ocultas detrás del Romance Indoamericano que nos contaran de la imaginaria Lucía Miranda.
A modo de conclusión
Del análisis del triángulo INDIGENA – CAUTIVA – CONQUISTADOR que nos dejan las historias narradas sobre Lucía Miranda y la india Margarita, ambas cautivas, podemos destacar lo siguiente:
En el relato sobre Lucía Miranda:

  • Sin pronunciarse sobre la historicidad de los personajes, Mar Langa Pizarro (2007) afirma que, si el relato fuera cierto, confirmaría la presencia de mujeres españolas desde los primeros momentos de la conquista rioplatense.
  • A través del mito de la cautiva, “no es el hombre blanco quien despoja al indio de sus tierras, su libertad y su vida sino el indio quien roba al blanco su más preciada pertenencia. La violencia ejercida por el indio sobre ella justificaría, de por sí, toda violencia contra el raptor” (Malosetti Costa, 1994: 9).
  • “el movimiento colonizador de la expansión sobre América se invierte: son los indígenas los que irrumpen a sangre y fuego en el espacio blanco y son los blancos, Lucía y Sebastián […]quienes se convierten en esclavos y mueren, sin oponer resistencia”
    En la historia de Margarita:
  • Las indias son invisibles. Un regalo o trofeo para el conquistador.
  • “la cautiva blanca crece y se expande sobre la abrumadora realidad de la cautiva india” (Iglesia, 1992: 563). La violencia hacia las mujeres nativas era, sin embargo, un fenómeno tan frecuente en los viajes de descubrimiento y conquista que el emperador Carlos V había juzgado oportuno subrayar, en las “instrucciones” que diera tanto a Caboto como a García de Moguer, lo siguiente:
    … la principal cosa de que nos ternemos por desruidos e mandaremos castigar a los que hizieren delito e acometimiento contra las mujeres de la tierra e sobre todo en ninguna manera aveys de consentir que ninguna persona toque a mujer porque esta es la principal cosa que se a de myrar a cabsa que en todas aquellas partes son gentes que por esto antes que por otra cosa harán cualquier daño e rebelion y menos consentirán tener pas ni aver trato en la tierra…
  • Condenadas al silencio, borradas de la memoria, estas cautivas cobrizas no inspiraron leyendas ni trascendieron en la literatura. Hay que adivinarlas en los pliegues del relato de los sobrevivientes de las expediciones de Caboto y García de Moguer, como telón de fondo de algún suceso cuyos protagonistas son varones. Como el caso de Margarita.
    Fuentes:
    Medina José Toribio: El Veneciano Sebastián Gaboto al servicio de Corona de España. Chile 1908
    Soler Amadeo P.: Los 823 días del fuerte Sancti Spíritus. Rosario 1981
    González Ricardo N.: Puerto Gaboto, génesis y desarrollo social del primer pueblo argentino. Rosario 2014.
    Mar Langa Pizarro: La gran figura silenciada: la mujer en el primer siglo de la conquista rioplatense. https://www.academia.edu/…/La_gran_figura_silenciada_la…
    Florencia Roulet: De Lucía a Margarita: el cautiverio femenino en la conquista rioplatense, entre el mito y la historia! Investigadora independiente. https://www.academia.edu/…/De_Luc%C3%ADa_a_Margarita_el…

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