Este martes, el Gobierno Nacional dio un pase más hacia el avance de capitales privados de forma oficial en las instituciones deportivas del fútbol argentino.
A través del Boletín Oficial, la Inspección General de Justicia publicó la regulación del DNU 70/23 que permite la transformación de asociaciones civiles en sociedades anónimas y la participación como accionistas de las primeras dentro del esquema de las segundas.
Esto permite que los clubes que actualmente participan en los campeonatos profesionales y federados regulados por la Asociación del Fútbol Argentino puedan constituirse en empresas con propietarios privados, lo que cambia la figura democrática que rigen en las instituciones en donde la “propiedad” es de la masa societaria.
Este esquema permite la participación de capitales privados como accionistas en las instituciones, potestad que le da a estos “financistas” de invertir en la estructura de los clubes, como así también en sus áreas deportivas, pero teniendo en cuenta que, ante un caso de pérdidas o balances económicos negativos, los mismos podrían cerrar para siempre las puertas de los mismos.
Una política de Estado de Milei
Este es uno de los temas que obsesiona al presidente Javier Milei, quien impulsó esta transformación de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) tal y como se utilizan en otros países de la región en casos minoritarios, como Brasil y Uruguay.
El presidente tiene una ambición en el “modelo Premier League”, y constantemente da cuenta de los beneficios de que grupos inversionistas multimillonarios inviertan directamente en instituciones deportivas para generar la llegada de jugadores top mundial al torneo local.
Lo cierto es que, en el esquema inglés, hay enormes salvedades como por ejemplo, los millonarios ingresos televisivos que genera la retransmisión global del torneo y que es equitativamente distribuida entre los inversionistas de las instituciones, a la par de que las inversiones llegan de grupos financieros internacionales, principalmente de medio oriente y el sudeste asiático.
En Sudamérica, los casos exitosos son pocos, casi nulos. En Uruguay, los clubes gerenciados no han experimentado grandes resultados deportivos. Un ejemplo gráfico sería el del Manchester City en el Club Torque de Montevideo: invirtió dinero en un complejo deportivo de alto nivel, pero cambió el nombre de la institución a Montevideo City.
A su vez, la inversión difícilmente pueda ser sustentable si el club deja de percibir el ingreso extranjero, y si los mismos inversionistas mayoritarios no permiten otro tipo de ingreso, la situación llevaría al club a un posible remate.
Condiciones argnetinas
En Argentina, sin embargo, las inversiones privadas en el fútbol profesional existen. Grupos inversores realizan las transacciones de compra y venta de jugadores para después prestarlos o negociar ellos con las instituciones y que, de algún modo, el registro del destino del dinero sea poco claro.
Inclusive existen casos de gerenciamientos a través de instituciones sindicales o mismos grupos de socios o allegados a los clubes que financian, principalmente, los planteles de primera división.
En concreto, el proyecto de Milei no tendría, en la práctica, parámetros realistas de cómo podría ayudar a levantar la economía de los clubes: los premios por ganar torneos locales son muy bajos en comparación a Brasil o México, lo mismo con el dinero que llega del reparto de la televisación.
Aun así, los clubes y la Asociación del Fútbol Argentino, que tanto alardea de los logros de la selección pero que en lo que hace al certamen doméstico todavía tiene serios inconvenientes, deben encontrar nuevos mecanismos para que el torneo local genere más dinero. En definitiva, es lo que traerá mejoras reales en el campeonato que cuenta con lo más importante, el talento futbolístico nacional.