Ya no es un secreto a voces que muchos trabajadores de los servicios de taxis del Gran Rosario utilizan la aplicación Uber para conseguir clientes.
Al margen del servicio de radiotaxis que trabajan a través de las agencias autorizadas y con los vehículos regulados por las normativas locales, los conductores aprovechan a sumar algunos pasajeros contactándose con ellos a través de Uber.
El beneficio económico, en épocas de recesión, es sustancial: hay más ganancias por viaje, pese a que en algunos casos el trayecto puede ser más económico para el pasajero en relación a la ficha tradicional.
Como habían expresado estas líneas de Noticias Mas, es imposible hacerse el desentendido e ir contra la corriente de la modernización y (en algunos casos) simplificación que hacen las empresas de servicios tecnológicos.
Es decir, Uber está y contra eso no se podrá combatir más que interpretar y utilizar de manera eficiente en función de los intereses de la sociedad en su conjunto.
Si el servicio de taxis necesitaba de un cambio de era, modernización, amplificación, o la palabra de moda que quiera utilizarse, esta embestida y uberización de facto de los mismos actores del sistema marcan un momento propicio para que esto suceda.

El titular del Sindicato de Peones de Taxis, Horacio Yannotti, reconoció que es una “situación de supervivencia” más que una elección por comodidad. El taxista necesita trabajo, como el albañil, el gasista, el profesor de lenguas extranjeras, el profesional particular, y cualquier trabajador que dependa del pago de un cliente por sus servicios.
En este caso particular, los taxistas no pueden esperar a que las regulaciones legislativas den primero un marco de garantías para lo que el poder legislativo entiende que sería adecuado. Y el servicio de taxis debe hacerse cargo del conflicto que presenta Uber para el funcionamiento del sistema.
Por supuesto que esta situación, ya una realidad, traerá problemas en la aplicación de este sistema. Es tan cierto que el contrato que los usuarios de Uber firman para utilizar el servicio es precario, y que las tarifas que los taxistas pagan para poder circular no existen en el uso de la aplicación.
Bien, ya hay un punto de partida para que los Ejecutivos y los legisladores de los tres niveles del Estado trabajen siempre tendiendo hacia aplicar mejoras en la sociedad.
Si, por ejemplo, Pedidos Ya y Rappi fue una lucha con los sectores de delivery tradicional, y hoy es prácticamente un tema que se alejó de las grandes discusiones políticas, Uber tarde o temprano no será la excepción, y quienes tuvieron, ya ubicándonos en un hipotético futuro, la posibilidad de cambiar la situación, quedarán también olvidados.
Santiago Ríos