Ganó, gustó y no goleó. Pero gana y eso es lo que importa al final de cuentas. Newell’s venció 1-0 al duro Belgrano con gol de Juan Ignacio Ramírez y se trepó nuevamente a lo más alto de la zona B de la Copa de la Liga. Clase magistral de Ever Banega para un equipo solidario, eficaz, que no hace difícil lo fácil y que crece partido a partido. Nueve de nueve para los dirigidos por Mauricio Larriera.
El inicio del encuentro en el colmado Coloso del Parque fue de manual. Newell’s asumiendo el rol de protagonista, el que tenía mayores obligaciones, presionando arriba para recuperar rápido y, una vez que lo conseguía, hacía fluir el juego en los pies de Ever Banega. El 10 leproso movía los hilos de cada ataque, con cambios de frente directos y pases entre líneas típicos de su estilo de juego.
En ese contexto, todos participaban. Guillermo May se movía por todo el frente de ataque (con y sin pelota), apuraba la salida rival, estaba activo. Belgrano se limitaba a asegurar pases sin arriesgar de más, con un marcado 4-4-2, con Chavarría haciendo el trabajo sucio y Lucas Passerini manteniendo un duelo de dientes apretados con Gustavo Velázquez e Ian Glavinovich (sobre todo con este último).
La lepra monopolizaba la pelota pero no podía romper la telaraña celeste que se abroquelaba en el área. Por eso comenzó a acudir al remate a distancia. Uno de los que probó fue Brian Aguirre a los 22’ pero la pelota se fue arriba del segundo palo del arco custodiado por Losada.
No hubo grandes aproximaciones en el primer tiempo. Newell’s no era resolutivo en los metros finales y hacía la más fácil: centro al área y ver qué pasa. El problema es que tampoco los ejecutaba bien y eran pelotas fáciles para Losada. Salvo a los 44’, cuando Banega se avivó, le tiró la pelota por atrás de toda la defensa a Juan Ignacio Ramírez pero no le pudo dar destino de gol con un cabezazo desviado. Belgrano utilizaba la misma vía, con centros de Rafael Delgado, pero tampoco estaba fino. Así se apagó la primera etapa. A barajar y dar de nuevo.
Con el ingreso de González Metilli, Belgrano creció en el complementó. Se hizo un equipo más amplio y adelantó sus líneas para coparle la parada a la lepra. Incluso contó con algunas situaciones en los primeros minutos, con una seguidilla de córners, en donde pudo anotar de cabeza y casi convierte un gol olímpico si no fuera porque Ramiro Macagno estuvo atento.
Newell’s acusó recibo de esto y volvió a tomar las riendas del encuentro, mientras los hinchas empujaban desde las tribunas para generar una reacción en el campo de juego. El equipo de Larriera se serenó, terminó con el libreto del centro al área sin sentido y empezó a jugar de verdad. De la misma forma en que ganó los dos anteriores partidos de la Copa de la Liga: buscar a Banega para darle claridad y fluidez a la gestación de juego rojinegra.
Y a los 62’ se dio una situación que replicó casi a la perfección a una del primer tiempo, sólo que ahora el resultado final fue distinto. Méndez le cedió la pelota a Banega en la puerta del área, el 10 la paró, trazó un radar en su cabeza, analizó opciones en un segundo y mandó la redonda por arriba de la zaga pirata para la entrada del Colo Ramírez, que estuvo donde tenía que estar y la mandó a guardar con un cabezazo al palo derecho de Losada. El artillero volvió a hacer arte de su eficacia y puso el 1-0 para destrabar el marcador.
Belgrano tuvo que salir de la cueva para igualar rápido pero Newell’s se empezó a defender de la mejor manera: con la pelota. Lo hizo hasta donde pudo, porque en un momento los de Farré se le vinieron encima y se plantaron completamente en territorio leproso. Se repetía una y otra vez la búsqueda de Passerini, un recurso que le ha servido alguna vez pero del que hace uso y abuso. Newell’s le agarró la mano y apareció la figura de Macagno para salir rápido y cortar cada centro que llovía al área.
Mientras el partido se moría, con ovaciones para Ramírez y Banega de por medio (y el “uruguayo, uruguayo” por la entrega de Méndez), comenzó un desfile de cambios y algunos encontronazos entre los jugadores que sirvieron para desactivar a Belgrano y terminar de sentenciar todo. El árbitro Andrés Merlos hizo sonar el silbato y desató el festejo de los hinchas, que celebraron el triunfo, el liderazgo absoluto y lo más importante para ellos: el reencuentro con el club de sus amores. Un regreso colosal.