El sistema electoral de Estados Unidos para elegir a su presidente sigue un formato indirecto conocido como el Colegio Electoral. Este mecanismo establece que, aunque los ciudadanos votan por su candidato presidencial preferido, en realidad eligen a un grupo de electores que representarán a su estado en la votación final para definir quién será el presidente.
Cada estado tiene un número determinado de electores basado en su representación en el Congreso (senadores y representantes). En total, hay 538 electores, y para ganar la presidencia, un candidato debe obtener al menos 270 votos electorales.
El pasado 5 de noviembre de 2024, los estadounidenses acudieron a las urnas para votar en las elecciones presidenciales. Donald Trump, representante del Partido Republicano, se impuso frente a la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris. Trump obtuvo 277 votos electorales, superando el umbral necesario, mientras que Harris alcanzó 224 votos. El resultado reflejó la importancia de los estados clave o “péndulo”, como Wisconsin, que decidieron la contienda
Este sistema, aunque a veces controvertido, permite que un candidato pueda ganar la presidencia sin necesariamente tener la mayoría del voto popular, como ha sucedido en elecciones pasadas. De hecho, Trump había protagonizado un escenario similar en 2016, cuando ganó con menos votos populares que su oponente
Los resultados de esta elección han generado diversas reacciones en el ámbito internacional, con implicaciones políticas y diplomáticas, especialmente en Europa